15 de mayo (San Isidro Labrador)
En un mundo donde se truncan amistades y deseos, amores
y proyectos es bueno ofrecer a Santa María la flor de “la camelia”. Simboliza la amistad que nunca nadie podrá romper.
“¡Bienaventurada me dirán todas las generaciones!” (Magnificat)
Virgen
y Madre, en este mes de mayo –una vez más- nos postramos ante Ti y te
felicitamos por ser la Madre de Jesús. Por haber ocupado parte de nuestro
corazón. Porque, aunque pasa el tiempo, sigue vivo y agradecido nuestro afecto
y cariño hacia Ti.
Hoy
sigues brillando con el mismo resplandor que destella esta camelia que hemos
cuidado y regado como el mejor testimonio de que nuestro amor hacia Ti, lejos
de disminuir, va creciendo de día en día. Te presentamos, hoy más que nunca,
los esfuerzos y las fatigas de tantos hombres y mujeres del campo que miran al
cielo pidiendo la oportuna lluvia o añorando el sol para el dorado de las
espigas. Que nunca, Santa María, nos cansemos de dirigir la espiga de nuestra
vida cristiana hacia ese otro sol de amor y de justicia, de paz y de perdón que
es Jesús Resucitado.
“Más vale sembrar una semilla en este día que llorar la que se
perdió ayer” (Casona)
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