31 de mayo (La Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel)
Asegura el viejo pensador: “Mira dentro de ti. Allá está la fuente del bien, que
nunca se agotará con tal de que vayas excavando tu interior en cada instante”.
La Pascua, nos invita a descubrir esa alegría
de esa fe cristiana que, a veces, tanto disimulamos y tanto nos cuesta
manifestar.
Entregar una
flor “tulipán” a Santa María
conlleva descubrir la belleza y el colorido que aporta el mensaje de Cristo cuando se vive y
se cuida con intensidad y con interés.
El “tulipán” florece a los cien días de ser
sembrado y, después, va apagándose para en el próximo año y con el mismo bulbo
volver a nacer.
María nos recuerda que la Palabra
de Jesús se cumple. Vivamos con alegría y cerremos los ojos a este mundo con la
misma alegría y certeza de saber que volveremos a encontrarnos por aquel que
triunfó sobre la muerte: CRISTO.
Así lo sintió Ella, ni corta ni perezosa ( con la alegría de llevar
en sus entrañas a Jesús) se puso en camino para hacerle saber a Santa Isabel lo
que el ángel le había hecho partícipe. Mientras tanto, muchos de nosotros,
aletargados y enmudecidos por no sé qué miedos o temores en los rincones de nuestras
sacristías. Que no se apague el fuego de Pentecostés.
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