22 de mayo
No siempre, el nadar
en la abundancia, es sinónimo de felicidad. La flor “azalea” refleja la virtud de la templanza. Eso es precisamente lo
que queremos alcanzar a los pies de Santa María Virgen:
-Saber discernir entre la calidad y la
cantidad
-Anteponer la belleza interior ante la
seducción de lo puramente externo, con aparatosidad y sin sentido.
-Ser moderados a la hora de acaparar y de
poseer
Elevar esta flor, ante los ojos de María, implica valorar los
riesgos del abuso de las cosas o el equilibrio que da el buen uso de ellas.
Es, por encima de todo, conformarnos como lo hizo María con las
pequeñas satisfacciones de cada jornada que, más allá de su sencillez, nos
hacen sentirnos vivos y puestos al servicio de una causa: ser felices y hacer
felices a los demás
“No
sólo es ciega la fortuna, sino que frecuentemente vuelve ciegos a los que
abraza” (M.T.Ciceron)
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