2 de mayo
Ponernos frente a
María es querer salir de nosotros mismos, de contemplarnos menos y saber que
Ella es un reflejo de la ternura de Dios. Ofrecemos el Narciso como expresión de la voluntad de arrancar de nosotros
mismos el “ego” que nos impide ser más humildes y menos creídos. Cuántos
hermanos nuestros, al igual que la famosa leyenda griega, mueren en vida al
permanecer en un constante enamoramiento y endiosiamiento de sí mismos.
Al leer
la leyenda de Narciso ( de cómo perecería en las aguas del río por complacerse
y mirarse en su belleza) no podemos menos que orar a María para que ayude a
este mundo nuestro a ser más crítico con todo lo aparentemente estético pero en
el fondo vacío y muerto.
“La belleza es la Divinidad visible, es el cielo descendido sobre la
tierra” (T.Gautier
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